15/2/09

Un reality para cada personalidad


Si usted creció correteando con un wakie takie de G. I. Joe al grito de "copiado", pero cuando cumplió los 18 y terminó la secundaria, se decidió por una cómoda carrera de bibliotecario o si se arma una pelea cerca y prefiere mirarla desde la vereda de enfrente y reír cuando alguno cae de manera graciosa al suelo en vez de salir a separarlos, o simplemente el color azul no lo favorece, "Policías en acción" es la respuesta a sus plegarias. Si cuando su marido no la (o lo) ve aprovecha para cantar una de Britney, pero suena más parecido a Gladys "la bomba tucumana" en estado de ebriedad o no se anima a enfrentar a las multitudes a pesar de que da cátedra en una comisión de 274 alumnos en la UBA, "Operación triunfo" que se estrenará pronto en Telefe le va a caer como anillo al dedo. Si cuando Marley salió al aire comiendo bichos usted disfrutaba de la cara de sufrimiento del pobre conductor, o si no puede bancar las carcajadas cuando alguien se da un golpazo en el medio de la calle y con un 60 viniendo de frente, "Hombre al agua" es el programa en el que va a encontrar todo lo que anda buscando.Si pidió una alfombra roja para el día de su casamiento o se babea frente a una casa de carteras importadas, entonces usted tiene alma de diva. Quizás "Infama" sea lo que estaba esperando: un sitio en donde se las ve a las estrellas (a veces no tan estrellas) viviendo sus vidas normales, es decir lejos de los flashes y las fabulosas fiestas a las que asisten (bueno... estamos en Argentina, acá las fiestas tampoco son taaaan fabulosas).Por eso amigos, una vez más se demuestra que la tele es un abanico de posibilidades que se adecuan a nuestras necesidades. Estos fueron sólo algunos ejemplos, pero seguramente hay más y lo suficiente para que todos queden satisfechos.

LA HISTORIA DEL GARCA DEL DIA: Procesado y embargado, el ferroviario José Pedraza goza de sus vacaciones en el lujoso Sheraton de Río



Lejos del frío madrileño que asoló a sus compañeros “cristinistas” de la CGT, el líder ferroviario José Pedraza disfrutó en los últimos días de un reparador y soleado descanso en Brasil. Para que el goce fuera completo, no se hospedó en cualquier sitio: ocupó una de las 559 habitaciones del Sheraton Río Hotel, en el elegante barrio carioca de Leblón.
Junto a su segunda esposa, Graciela Coria, Pedraza tomó sol al costado de la gran pileta, caminó por la exclusiva y blanca playa del hotel y aprovechó el spa. Hay cosas que no tienen precio, pero estos gustos sí. La suite ejecutiva 1726, con vista al mar, que ocupó entre el jueves 5 y el miércoles 11 de febrero costó US$ 400 diarios, sin desayuno.
Jefe inamovible desde hace más de 25 años de la Unión Ferroviaria (UF), Pedraza decidió darse este costoso gustito aunque la suerte –judicial, en este caso– a veces se le torne esquiva. Hace casi tres años la Justicia lo procesó por una presunta y millonaria estafa contra los afiliados a su gremio, además de embargarlo por $ 50 millones. Acaso no existan barreras para detener la marcha de este histórico “gordo” cegetista.
Tren de vida. Los contratiempos en los Tribunales no parecen haber hecho mella en el nivel de vida de José Angel Pedraza, un cordobés sagitariano de 65 años. Y no sólo por el hospedaje en el Sheraton. Mantiene su casona en el coqueto barrio de Villa Sarmiento, en Haedo, que compró en 1998 por unos US$ 700 mil. Allí los vecinos registran varios tiroteos en los últimos años y recuerdan en especial el intento de robo del año pasado, repelido por la custodia de José Angel y que causó un muerto. Tal vez eso explique por qué en el gremio hay quienes aseguran que en realidad pasa más tiempo en una residencia más acogedora en Parque Leloir (Castelar).

LA MIRADA. Por Pepe Eliaschev

Los aviones. La quinta de Olivos. El dinero de la publicidad. En la Argentina de 2009 se ha concretado una fenomenal transferencia de recursos públicos a un conjunto de ciudadanos a los que la sociedad contrató sólo para hacerse cargo temporalmente de los asuntos del Estado.
Los capítulos de la saga se suceden sin que el poder político vigente atine a explicar, al menos, con qué criterios razona y de acuerdo a qué normas procede.
Es notable el caso de la residencia presidencial de Olivos, reconvertida en la sede de las tratativas partidarias del ex presidente de la Nación, cuyo único cargo conocido en la actualidad es el de presidente del Partido Justicialista.
Inútiles han sido comentarios ácidos y críticas abiertas: Olivos es un espacio físico políticamente neutral, habilitado para que viva un primer mandatario y su familia, u ocasionalmente para que un presidente en funciones la use para sus actos de gobierno. No puede ser sede de una fracción política, ni tampoco el lugar donde a gobernadores, intendentes y legisladores les baja línea el jefe del partido.
Sin embargo, el oficialismo no se mosquea ante las objeciones y Olivos es hoy cuartel general del espacio político gobernante donde un ex presidente ejerce, de hecho, la conducción política del Estado. En un sentido literal, es una auténtica usurpación, pero que ha sido naturalizada, parte de un fenómeno de anomia anestesiante: ya nada asombra y nada enoja demasiado.
No es el único caso. La escandalosa sustracción de un avión oficial para que Julio Cobos no pudiera viajar y constituirse en Tartagal después del calamitoso alud, es un caso de libro de texto. Le birlaron el transporte para que dos ministros llegaran a Salta antes que él, con la mediática ayuda oficial. Hasta se fotografiaron dentro del aparato, para rociar de sal la humillante decisión contra el vicepresidente. Horas más tarde, recién llegada del boato monárquico madrileño, la Presidenta también voló a Tartagal, donde se fotografió con las pantorrillas emba-rradas.
Nada nuevo en el peronismo, claro, porque el vaciamiento de la vicepresidencia tiene antecedentes de fuste. En 1973, Perón echó a los mandatarios electos (Cámpora y Solano Lima), sacó del país a su sucesor en la línea presidencial (José Antonio Allende) y consagró presidente temporario al impresentable Raúl Lastiri, el yerno de López Rega, hasta hacerse elegir en septiembre y asumir en octubre.
Las instituciones y las normas constitucionales nunca fueron una limitación verdadera para los proyectos políticos del pe-ronismo, que impulsó dos reformas (en 1949 y 1994) para ajustar la ley principal a sus apetitos particulares. Pero haber decretado la muerte civil de Cobos, que al producirse el alud de Tartagal ejercía formalmente la presidencia de la Nación, es un acto de mezquindad y rencor de sordidez sin antecedentes.
La flotilla de aviones del Estado, fatigada de ir y venir los fines de semana al paradisíaco Calafate para permitir la oxigenación sureña del matrimonio presidencial, es usada como patrimonio privado y excluyente. Es otro caso de usurpación magna.
Ahora, la Justicia acaba de garantizar un derecho que sólo la afiebrada pretensión de poder de las autoridades podía ignorar y violar. Efectivamente, la negativa del Gobierno a permitir que las publicaciones de Editorial Perfil participen, como el resto de los medios, de las campañas de comunicación del Gobierno mediante sus habituales pautas publicitarias, revela cómo se procedía en la materia hasta ahora.
Desde el segundo semestre de 2003 y hasta ahora, los US$ 100 millones por año que el Gobierno gasta como promedio en avisos son asignados por los funcionarios políticos de la Casa Rosada de manera personal, discrecional y arbitraria. Han usado esos fondos para premiar y castigar, promover y vaciar, como si se tratara de cajas privadas cuyo uso es competencia caprichosa de quienes firman los cheques.
La obsesión oficial por manejar esa caja de manera arbitraria no tiene paralelos en el pasado. El destino de las pautas publicitarias de los organismos del Estado es hoy fiscalizado, medio por medio, programa por programa y periodista por periodista, por el ex presidente, que bocha y bendice en función del acatamiento de cada quien a las necesidades del poder. Es penoso lo que sucede, para citar apenas sólo un ejemplo, en el Banco de la Nación Argentina, donde su presidenta, Mercedes Marcó del Pont, una profesional competente y proba, siguió los pasos de su predecesora Felisa Miceli: la publicidad del banco se maneja, caso por caso, en la Casa Rosada y Olivos, sin que la titular del BNA pueda intervenir, ni quejarse, ni cuestionar nada.
Con estos dineros de la publicidad estatal se produce el mismo fenómeno que con los aviones y el uso de los edificios. El grupo gobernante se maneja con el criterio de que lo que es del Estado, es de ellos.
No son rasgos que sólo se encuentran en el Gobierno nacional. Durante su prolongadísima continuidad como funcionario de varios gobiernos peronistas, Felipe Solá manejó similares conceptos. Como gobernador de la Provincia de Buenos Aires, la pauta publicitaria de ese distrito la manejó él del mismo modo, con igual y arbitraria discrecionalidad, sin criterios profesionales ni cumplimiento de elementales normas de pluralidad.
Es lamentable, pero no novedoso. Hace muy pocos años, otro presidente justicialista, Carlos Menem, se negó a deshacerse de una impresionante Ferrari Testarossa que le habían dado unos empresarios coimeros y que condujo a velocidades ilegales hasta Pinamar. Se la quería quedar como propia y cuando le dijeron que la máquina había sido entregada al Estado argentino, no a él, vociferó su inolvidable “¡la Ferrari es mía!”.
Es casi constitutivo de un modo de ocupar el poder. Cuando el peronismo, desde siempre, se ufana de que asegura gobernabilidad, lo que garantiza en realidad es que su ocupación del aparato del Estado es tan maciza y total, que lo conduce, sí, pero al precio de convertir un mandato ciudadano en un título de propiedad.
Los gobiernos peronistas asumen y gestionan con la sincera convicción de que lo público es privado, de ellos, y que el mobiliario, los transportes del Estado y los recursos financieros están para ser usados por quienes, en verdad, sólo han sido contratados por la sociedad por un lapso determinado.
¿Hay excepciones en el peronismo? Claro que sí, pero muy ocasionales y precisas, y el caso de Daniel Scioli es uno de ellos. Por lo demás, la pauta es para amigos y siervos, Olivos se usa como unidad básica, y los aviones son sólo para los cortesanos, melancólicas muestras de una feroz decadencia civil que ilustran una manera aldeana, primitiva y anticuada de conducir a un país.
Nota publicada en el "diario perfil"

GENE SIMMONS, DE KISS, MUEVE SU FAMOSA LENGUA PARA HABLAR


–¿Pensás en qué lugar ocupará KISS en la historia del rock?
–No sé, no me preocupa eso. A lo único a lo que le presto atención es a los fans, no a lo que piensa el resto del mundo. No es que a todos les gusta Jesucristo, tampoco, así que no podés preocuparte por gustarles a todos. Lo que sí sé es que cuando ves a los Stones, a Paul McCartney, a Nickelback o a cualquier banda, y hay fuegos artificiales sobre el escenario, vas a pensar: “Uh, igual que KISS”. Lo mismo si ponen un gran logo de la banda en el escenario o si montan todo un show teatral. Y la razón es que hace 35 años pensamos en el escenario como un lugar sagrado, la iglesia eléctrica, al que muy poca gente puede acceder. Nuestra responsabilidad cuando estamos ahí, por una cuestión de respeto y dignidad, es entregarle a la gente algo a la altura de lo que pagó. Porque cuando venís a un show de KISS también traés tus ojos, no sólo tus oídos. El 50 por ciento es para los oídos y el 50 por ciento para los ojos.
–¿O sea que sólo la mitad del fenómeno KISS tiene que ver con la música?
–Eso depende de cada fan. Lo que sí sé es que cuando fui a Guadalajara, México, a la entrega de los MTV Latinos, los premios que se llevaban los artistas eran mi lengua. Es por eso que tenemos una responsabilidad. Está muy bien ser los Ramones, los Sex Pistols, los Clash o la banda que sea, cada uno hace lo suyo. Nosotros tenemos una mirada más amplia: no es sólo cuestión de estar sobre el escenario, queremos estar en tu comida y en tu tarjeta de crédito, quiero que haya un planeta llamado KISS. Tenemos un apetito mucho mayor, no es sólo cuestión de música.
–Pero, después del ataúd KISS, ¿todavía hay alguna franquicia que les quede por inventar o ya las hicieron todas?
–Oh, no, hay muchas más... Este año vamos a sacar disfraces de KISS para niños, para que los chicos de 10 años puedan vestirse como nosotros, con las plataformas y el maquillaje. Y acabo de sacar el Gene Simmons Axe Controller, que se vende a través de mi página web: es como los controles para jugar al Rock Band o a Guitar Hero en la PlayStation o en la Wii, pero es más grande que las guitarras usuales que vienen para esos juegos. Se puede hacer cualquier cosa, es cuestión de imaginar.
–Pero debe ser difícil para vos encontrar nuevos desafíos: visto desde afuera, la sensación es que hiciste de todo.
–Todavía no. Quedan muchas cosas por hacer y hasta ahora me resulta muy divertido. Estamos por empezar el KISS Las Vegas Show en Tokio, vamos a hacer un dibujo animado de KISS... Podemos hacer de todo.
–Después de 35 años, ¿se mezclan en tu cabeza las imágenes de los shows o te acordás de cosas específicas de cada uno de ellos? Por ejemplo, de tus visitas a la Argentina.
–Lo que realmente recuerdo son las chicas. Tenemos videos de los shows y fotos... Cuando pasás algún tiempo con una o dos, te acordás de conversaciones, de comidas, de olores, de sabores. Y es por eso que yo saco fotos y atrás escribo los nombres de las chicas.
–Después de la gira sudamericana tenés que grabar la quinta temporada de tu reality, pero Paul (Stanley) y vos prometieron que este año finalmente habría un nuevo disco de estudio de KISS. ¿En qué quedó eso?
–Vamos a hacer un disco nuevo producido por Paul, porque yo no tengo la paciencia para meterme en un estudio y quedarme a vivir ahí durante seis meses. ¿Quién mejor que Paul para eso? La idea es hacer el disco rápido, como en la época de Destroyer, Rock And Roll Over y Love Gun. Pero para eso tenemos que estar preparados, así que ahora estamos trabajando en las canciones cuando tenemos tiempo. Quizás en marzo nos metamos en un estudio y grabemos dos o tres temas. La idea es trabajar así, de a poco, porque no podemos estar mucho tiempo en el estudio, tiene que ser rápido.
–Dijiste muchas veces que no iban a sacar material nuevo por la piratería online. ¿Se cansaron de esperar a que la industria discográfica encontrara una solución?
–La situación ha cambiado. Ahora podés comprar los discos de The Eagles y algunas otras bandas grandes en cadenas como Wal Mart o Best Buy. Ahora que vemos que es posible, vamos a sacar un disco nuevo. Si trabajás muy duramente y nadie paga por lo que hiciste porque directamente se lo roba, ¿por qué deberías trabajar?
–Ya que mencionás los “robos”, hay cierta controversia con la canción Outlaw Pete, de Bruce Springsteen, que se parece mucho a I was Made for Lovin’ you. ¿Escuchaste su tema?
–Por supuesto, es la misma melodía.
–¿Y van a hacer algo al respecto?
–No, Bruce necesita el dinero, vamos a dejarlo en paz (se ríe). Bruce es un buen tipo, quizá no la conocía, aunque es exactamente la misma melodía.
–Supongo que todo el mundo debe preguntarte esto, pero en todo caso insisto: ¿creés que será posible una gira más con la formación original de KISS?
–Bueno, todo es posible, pero Ace (Frehley) y Peter (Criss) han abusado de las drogas y el alcohol durante 30 años. Estar en KISS no es lo mismo que ser parte de los Stones, donde sólo necesitás tres chicas y una remera: para poder correr por el escenario en botas con plataforma tenés que ir al gimnasio todos los días. No sé si Peter y Ace puedan hacer eso...
–Más para Peter, que tiene que tocar la batería.
–Peter lleva treinta años siendo un borracho, así que lo dudo.
–¿Todavía te ves con ellos dos?
–¡No! Los invité a mi programa de televisión y ambos se negaron. Creo que ahora son más felices que cuando estaban en la banda, porque no tienen presión, pueden quedarse en casa, grabar demos en un estudio... No todo el mundo está hecho para las giras. En los tours, el único policía que tenés sos vos mismo, nadie más va a evitar que te drogues.
–¿Vos sí estás hecho para las giras?
–Yo estoy hecho para cualquier cosa que quiera hacer.
–Ahora Eric Singer y Tommy Thayer usan los maquillajes originales de Peter y Ace. ¿Imaginás un futuro en el que otro use tu traje para que la leyenda de KISS continúe?
–Sí.
–¿No sería demasiado extraño?
–Para nada. Tal vez sí para los viejos fans, pero no para los nuevos. Cuando vas a ver a los Stones y toca Ron Wood, vos no preguntás: “¿Quién es ese tipo?”. Pero cuando yo era más chico en los Stones tocaba Brian Jones y después Mick Taylor.
–Bueno, pero no hay otro Keith Richards, como no puede haber otro Gene Simmons. Vamos, sos irremplazable en KISS...
–Oh, te sorprenderías tanto... Nosotros llevamos de gira por primera vez a AC/DC: se les murió el cantante y consiguieron otro, y más tarde cambiaron al baterista. Yo descubrí a Van Halen: se fue el cantante y pusieron otro, se fue el bajista y consiguieron otro. No hay reglas, todo el mundo puede ser reemplazado.
–Pero KISS sin Paul y vos sería como una banda tributo.
–Para vos, que conocés a los originales. Los nuevos fans sólo juzgarían por lo que ven.

CLINTON, BUSH Y OBAMA
Voto demoníaco
—¿Qué opinás de las primeras decisiones de Barack Obama como presidente de Estados Unidos?
—Lo primero que tengo que decir es que en Estados Unidos todo es posible. Imaginate que el padre de Obama vino de Kenia, Africa: vivimos en un mundo racista, pero en Estados Unidos podés ser presidente. El mundo soporta muchos problemas, así que Obama tendrá mucho trabajo. ¿Si espero que le vaya bien? Claro, pero no podrá hacerlo solo, todos vamos a tener que ayudar.
—¿Votaste por él?
—Sí.
—Antes habías votado por Bill Clinton y George W. Bush, siempre la pegás con los que ganan. ¿Sentiste que era necesario un cambio?
—Mirá, la vida es así... Si vas a meterte de noche en una favela y tenés la posibilidad de llevarte un perro, ¿vas a elegir un chihuahua o un perro grandote, amenazador y violento? El chihuahua está bien para cuando vas a visitar a tu madre, pero no para meterte en la favela. Por eso, para tiempos de guerra, George W. Bush; para los de paz, Clinton u Obama.
—¿O sea que se vienen años de paz?
—Sí.
Entrevista publicada en el Suplemento "No" de pagina 12

Sin hits de verano


En las vacaciones 2009 no hay rastros de esas pegajosas canciones prediseñadas que suelen invadir las playas. Nadie logró imponer un tema de forma masiva. Los intentos de la publicidad por resucitar antiguos éxitos.
Algo le falta a este verano. Tiene sus “ondas” de rigor, colas con premio, cachetes, pechitos y ombligos, surfers y tatuajes, pero está ausente “el” hit de las vacaciones. No apareció esa canción de vida corta pero intensa que se impone con pasito de baile y todo. La misma que tararean chicos, adultos y hasta ancianos, que no hay DJ que se la saltee y que suena y suena en cada playa. Nada. El puesto más codiciado quedó vacante. Ningún músico dio con la fórmula exitosa y salvadora. Ni bien arrancó el calor se esperaba que cayera sobre todos esa condena auditiva conocida como hit. Hubo algunos intentos pero, hay que decirlo, estas vacaciones carecen del clásico tema pegote como chicle que se descarta apenas pierde su sabor estival. Ni por asomo apareció un track bailable capaz de generar esa fascinación colectiva, repentina y de difícil explicación que hasta contagia al público más inquieto y alternativo. “Evidentemente, este verano no hay hit. No apareció ese tema que cuando la gente lo escucha explota, y que todos lo reconocen y bailan. Ni siquiera los que vienen de afuera ni los reaggetones lograron imponer una canción”, confirma el músico santafesino Juan Baena, quien asegura tener más de mil temas compuestos pero sólo uno con categoría de hit: “El bombón asesino”. “El tema explotó en el verano de 2007 y dura todavía –advierte el creador de la canción que hizo famosa la banda Los Palmeras–. Que un tema tan simple perdure habla también de que no hay tanto éxito dando vuelta”.Una de las apuestas más fuertes, si se busca un posible candidato, se dirige a “Microdancing” de los Babasónicos con su estribillo tonto e irresistible. Hay quienes señalan el impacto que tiene por estos días el reaggeton y sus contoneos: “Se impone ‘Ya me olvidé de ti’, del grupo 18 kilates, porque es lo más divertido que apareció este verano. El reaggaeton es ideal para pasarla bien: se baila pegadito pegadito”, puntualiza Emilia Domínguez, de 18 años, mientras toma sol en Villa Gesell. El resto de los empeñosos competidores pueden enumerarse sin demasiada convicción: “Baby te quiero”, de Nigga y “No hay nadie como tú”, de Calle 13. Ya se sabe que a los que les gusta la pachanga se mueven hasta con el fallido “Ritmo de la matraka” que el cocinero sexópata Nino Dolce quiso imponer el verano pasado para aprovechar su anémica fama post reality show. Pero ante la pregunta: “¿cuál es la canción que nos taladra este verano?”, cualquiera enmudece. Ningún músico terminó de sintonizar con el gusto del momento. No es simple darle forma a un éxito. Teorías hay muchas: que las melodías pegadizas son las que se asemejan a las frecuencias de las ondas cerebrales, que la clave está en la repetición, incluso hay una empresa española que creó un software (Hit Song Science) que aplica principios matemáticos para hacer temas con gancho a partir de una base de datos con las canciones más vendidas en las últimas décadas. Recetas imposibles y que no resultan: que una canción acceda al tope del ranking muchas veces es accidente. “Hay algo de lotería en que una composición se convierta en un hit. ¡Se tienen que dar tantas cosas juntas para que le guste a mucha gente diferente! El ‘Bombón asesino’ terminó yendo a todas las clases sociales. Logré un tema simple que se masificó al punto de que le gustara a un nene de 3 años y también a una señora grande. Y la verdad que lo hice en 15 minutos. Cómo se populariza un tema es algo que quizás no tenga mucha explicación”, dice Baena. Que nadie espere que esta temporada tenga una banda de sonido definida. El adhesivo tema playero está ausente y, a cambio, se reciclan antiguas canciones de efecto probado. En un año donde los jingles pelean por transformarse en hits (pero tampoco lo logran del todo) se reciclan viejos clásicos (“Mar azul”, “Somos los piratas”, “Cachete, pechito y ombligo”, “Yo soy así”) y hasta se desempolva “las olas y el viento/sucundún sucundún”. No se sabe quién picó en punta, si Quilmes, Coca Cola o CTI (hoy Claro) pero el verano parece esperar las canciones de sus publicidades casi tanto como las que surgen de la industria de la música. “El hit funciona a partir de la repetición, más allá del talento de dar con el acorde indicado. Y la publicidad eso lo tiene controlado con la compra de espacios. Además, su avance se da por la falta de hits reales –detalla Luis Güerri, quien analiza comerciales en su columna “Marcas registradas” de Lanacion.com–. Entonces, surge la campaña de Quilmes que trabaja con viejos super mega hits. Son covers fieles con la letra cambiada. Esos temas vuelven a ser escuchados e, incluso, la publicidad logra llegar donde ese cantante no pudo. Hay gente capaz de cantar el ‘Mar azul’ de Quilmes que jamás hubiera puesto un disco de Christian Castro. Con la crisis de las discográficas, la publicidad logra una llegada más masiva y pelea con la industria de la música por imponer hits”. Frente al tironeo entre la propuesta pop y electrónica de los DJ y el avance implacable del reaggetón, Coca-Cola decidió imponer una letra simple (Hoy quiero que me mires/ hoy quiero que me llames) en ritmos para todos los gustos: pop, rock y latino. “El tema refleja lo que un teen está pensando en las vacaciones, que es su período de libertad y el momento para divertirse. Y ponemos al alcance del público diferentes versiones a cargo de la banda Teen Angels. Hemos hecho experiencias en diferentes países con grupos de moda y eso nos permitió ver qué necesita una canción para llegar al público, escapándole a la letra que sea ‘coca-cola, coca-cola’. Las claves para que un tema se vuelva fuerte en el verano son que sea musicalmente pegajoso, simple y entretenido. Lo ponés una vez y lo terminás tarareando. A esta canción, además, no la hizo la típica persona que hace jingles, si no un músico: Juan Blas Caballero. Eso puede influir en que la canción sea más pegote”, observa Gonzalo Cerda, gerente de Coca-Cola de Argentina.Más que nostalgia, la falta de hits provoca alivio. La insistencia desmedida con que esos temas gancheros se suelen pasar en balnearios, supermercados chinos y gimnasios los vuelve insoportables.

Estas vacaciones la antipática paradoja “¿Lo canto o lo aborrezco?” estuvo ausente. Que no haya canciones que se pegan y nunca despegan, da cierto respiro y evita tener que someterse al meneaito ahí ahí, levantar las manos al un-dos-tres, mover el cu-cu epilépticamente y memorizar un imposible aserejé. Gloria al verano 2009.